Disposición para actuar: Estar dispuestos a actuar con prontitud y diligencia cuando las necesidades de los demás tocan a la puerta de nuestro corazón.
El sueño y los rebaños
El domingo 16 de junio, día de la Santísima Trinidad, fiesta en la cual Don Bosco había celebrado su primera Misa (16 años antes), les narró a sus alumnos el siguiente sueño: El 29 de mayo por la noche soñé que me encontraba en una inmensa llanura llena de ovejas de gran tamaño, que pastaban en muy verdes y hermosos pastizales. Busque al pastor de tan numeroso rebaño y le pregunté: – ¿De quién es este rebaño que tiene tantísimas ovejas? Él llevándome a recorrer tan espacioso valle, me dijo: – ¡Ya sabrás de quién es este rebaño! Y vi que una parte del rebaño había aguas abundantes, pastizales muy verdes y árboles que proporcionaban sombras refrescantes y allí pastaban muchas ovejas muy hermosas. Pero más allá había unos desiertos sin pastos, ni aguas, ni sombras, y allí había también numerosas ovejas, pero flacas, feas y desnutridas.
Pasamos más allá y vimos otros prados sin pasto, sin agua, sin sombras de árboles, y allí estaban muchísimos corderitos pero tan flacos y desnutridos que apenas sí se podían tener en pie. Y estos pobres animalitos estaban cubiertos de llagas y sufrían mucho. Y cosa extraña, cada uno tenía un par de cuernos, como si fueran ya animales viejos. Sus cuernos terminaban en una E. Y cada corderito enfermo tenía el número 3 marcado en distintas partes de su cuerpo: El guía me explicó: – Las ovejas que pastan en sitios llenos de agua, de verdes pastizales y de frescor, son las personas que escuchan la Palabra de Dios, y asisten a la Santa Misa y reciben los sacramentos. Tienen el alma hermosa y robusta.
Los que están en sitios áridos sin agua, sin pastizales, sin sombras de árboles, son los que no escuchan la Palabra de Dios ni frecuentan los Santos Sacramentos. Viven alimentándose solamente de lo que es mundanal, y eso es estéril y lleva a la debilidad espiritual.
Los corderitos enfermos que están en sitios áridos son tantos jóvenes que necesitan recibir educación y ser instruidos en la religión.
Los que llevan un cuerno terminado en una letra E, que significa Escándalo, son los que han dado o han recibido malos ejemplos que llevan al pecado. Los que tienen marcado un número 3 en distintos sitios de su cuerpo representan a los que viven en pecado, a los cuales les esperan 3 castigos: el remordimiento por haber pecado. Los castigos que le llegan a todo el que peca, y los premios que por pecar se pierden para el Cielo. (El Salmo 75 dice: “A los que se dedican a cometer maldades, el Señor les hará beber un vaso de amargura” ).
Enseguida el guía me llevó a un prado bellísimo, lleno de flores, de plantas aromáticas, y de hermosos bosques y corrientes de aguas cristalinas. Allí me encontré una enorme cantidad de jóvenes, todos alegres y contentos, dedicados a coleccionar las más hermosas flores. El guía me dijo: – Estos son los que viven en gracia de Dios, sin pecado grave en el alma.
Les puedo asegurar que jamás había visto personas tan hermosas y elegantes como aquellos jóvenes. Seria imposible describir su gran belleza.
Enseguida el guía me llevó a otro jardín muchísimo más bello y aromático que el anterior, y allí había otro grupo de jóvenes, en menor número, pero de una belleza y elegancia enormemente más grandes que los del grupo anterior. Y el que me guiaba me dijo: – Estos son los que no han perdido la Santa Virtud de la Pureza.
Yo estaba sorprendido al ver gentes con tan extraordinaria belleza. Y cada cual llevaba en su cabeza una corona de flores bellísimas y cada flor tenía colores tan vivos y variados que encantaban la vista de quien los observaba. En cada flor había más de mil colores y en cada corona más de mil flores distintas.
Cada joven que había conservado la pureza llevaba una túnica blanquísima que le descendía hasta los pies, y la túnica estaba llena de flores de belleza sin igual. Del rostro de los jóvenes y de sus vestiduras y de sus flores salían resplandores, luces de los más variados colores que hacían resaltar admirablemente la belleza de la persona. No hay imagen humana capaz de dar una idea de la belleza impresionante de todos aquellos que conservaron la Santa Pureza. Si alguien viera aunque fuera la décima parte de la belleza de un alma que está sin pecar, preferiría mil martirios y la misma muerte, con tal de no manchar su alma con un pecado mortal.
Yo le dije entonces al guía: – Pero son pocos los que conservan la belleza del alma sin pecado. Y los otros ¿qué hacer con ellos? Él me respondió: – Que con la penitencia, con el arrepentimiento, con la recepción de los sacramentos y con una vida virtuosa, vuelvan a conseguirse otra vez el traje hermoso de la gracia de Dios.
Le pedí un último consejo, y me dijo: – Dígales a todos que si supieran cuán hermosa y simpática es un alma en gracia de Dios y una persona que conserva la Santa Virtud de la Pureza, estarían dispuestos a hacer cualquier sacrificio con tal de no cometer un pecado grave y con tal de conservar la pureza o castidad. Dígales que se animen a luchar con entusiasmo por conservar o recuperar esta bella virtud que supera a muchas otras virtudes en belleza y resplandor.
Y al oír esto… me desperté.
Jóvenes: ¿hay algunos que todavía conservan la Santa Virtud de la Pureza? ¿Hay muchos que tienen el alma sin pecado grave? Los felicito. Si vieran lo hermosa que está su alma preferirían cualquier sacrificio y hasta la misma muerte con tal de no perder la gracia de Dios ni la pureza. Lástima que algunos que externamente parecen buenos los vi en el sueño con unos cuernos grandes y muy feos en la cabeza…