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EL MANSO CORDERO, FUE LLEVADO AL MATADERO

PALABRA DE DIOS

El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó todas sus intrigas. Yo, como manso cordero, era llevado al matadero; desconocía los planes que estaban urdiendo contra mí: «Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que jamás se pronuncie su nombre». Señor del universo, que juzgas rectamente, que examinas las entrañas y el corazón, deja que yo pueda ver cómo te vengas de ellos, pues a ti he confiado mi causa.

Jer 11, 18-20

REFLEXIÓN BREVE

En el texto Jeremías se siente perseguido por su propio pueblo. Es el signo de profeta, sentirse traicionado. En su amargura le pide venganza a Dios. Se siente como un árbol talado y caído en pleno vigor, imagen que nos lleva hasta Jesús de Nazaret. En el caso de Jesús no hay reproche ni deseo de venganza. Situarse ante la Buena Noticia provoca, por qué hay que pronunciarse y definirse. El origen de nuestra fe cristiana dice Benedicto XVI, está en la cruz, en el leño. Así como Jeremías fue repudiado por haberse pronunciado contra la supresión del santuario local; Jesús fue sentenciado por su llamada a la “purificación del templo”. Viendo lo que se le avecinaba por ser fiel al Padre exclama: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas los que te envían! Frente a la venganza, propuesta por Jeremías, Jesús ofrece perdón y salvación. El reo fue ejecutado y colgado de un árbol; la gran maldición divina. Ya ningún judío podía creer en aquel profeta de Galilea. Sus discípulos huyeron de Jerusalén, buscando refugio seguro en su tierra. Solos unas piadosas mujeres que le habían seguido permanecieron hasta el final. La historia había terminado.

Allí donde se plantó la cruz, sólo hay Vida, y Vida en abundancia.

ORACIÓN

El Árbol talado

El árbol talado no es momento de dolor, es el abrazo perenne del Padre, es el signo de una nueva esperanza.

Es estar expectante ante la nueva creación.

El árbol talado no es misterio ni es dolor, es la confianza en el Eterno, es fuerza y es sabiduría del Padre.

Es el anuncio de la verdadera salvación.

El árbol talado no es muerte ni es destrucción, es el misterio de la vida, es el nuevo Adán todo presente.

Es el rescate y es el precio, nunca es castigo ni maldición.

El árbol talado, no es consecuencia de perdición, no es suplicio en el Calvario, es manantial para la sed.

Es agua y es rocío de divina salvación.

El árbol talado no es la duda ante Dios, es manto para la desnudez, es la puerta, es la luz, son las lágrimas.

Es fortaleza y es seguridad, es motivo de consolación.

El árbol talado es presencia sin temor, es el deseo del conocimiento del bien, es acontecimiento; ni es violencia, ni es odio.

Es vencer el mal solo con el puro amor.

El árbol talado no es escalofrío ante la condenación, es madero, es sacramento, es profecía, es peregrinar y es avanzar por el desierto.

Es verdad y es sabiduría, nunca es lamento ni desesperación.

El árbol talado es el misterio de un Hombre-Dios, es nueva arca salvadora, es vara que golpea las aguas.

Es cruz, pero sobre todo es resurrección.

ENTRA EN TU INTERIOR

Las palabras de Jeremías me sitúan el Señor: piensa cuando no acepto sus planteamientos, ¿cuáles son las excusas que ofreces?

Cuando tu entorno te ningunea: ¿Sientes que son ellos los que andan errados o examinas tu forma de actuar? ¿Te es más fácil tener sentimientos de venganza o te sale de tu corazón una actitud de perdón?

Entona un canto de confianza en el Señor

ORACIÓN FINAL

Señor, Dios mío, a Ti me acojo, líbrame de mis perseguidores y sálvame, que no me atrapen y me desgarren sin remedio.

Júzgame, Señor, según mi justicia, según la inocencia que hay en mí. Cese la maldad de los culpables, y apoya Tú al inocente, Tú que sondeas el corazón y las entrañas, Tú, el

Dios justo. Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón.