MUJER SOLIDARIA

Preocupación por el bienestar de los demás

Demostrar preocupación genuina por el bienestar de nuestros seres queridos, estando siempre dispuesto a apoyarlos y ayudarlos en momentos de necesidad.

FLORECILLA

El caballo misterioso

El 4 de mayo de 1875 ante el alumnado en pleno nuestro Padre le habló así: La noche del 25 de abril me fui a acostar pensando qué les debería decir a los jóvenes que van hacer los Retiros Espirituales. Y apenas me dormí empecé a soñar. Y me pareció encontrarme en una gran llanura y oí que mis antiguos amigos Buzzetti y Gastini me decían: – Don Bosco, suba a ese caballo que se le presenta.

Y apareció un caballo brioso y hermosísimo que tenía el pelo muy brillante.

Yo subí al caballo. Qué alto me pareció entonces aquel animal. Me parecía estar sobre un elevado pedestal desde el cual contemplaba todo el inmenso valle.

Enseguida sonó una trompeta y se oyó esta voz: – Recuerden que estamos en el país de la prueba y de la tentación (que nadie se extrañe de que le lleguen pruebas y tentaciones. Es el fuego que purifica, dice la 1a. Carta de San Pedro 4,12).

Y en ese momento descendió de lo alto de un monte una inmensa cantidad de jóvenes, más de cien mil. Allí estaban los alumnos de ahora y los que vendrían más tarde. Cada uno llevaba un arma en sus manos: un hierro terminado en dos puntas afiladas.

Y por el otro lado del campo apareció una cantidad enorme de animales feroces que parecían tigres y leones de cuerpo descomunal. Su hocico producía espanto y sus ojos estaban llenos de sangre.

Los monstruos se lanzaron para atacar a los jóvenes, los cuales se prepararon para defenderse con sus armas. Llevando en sus manos aquel hierro con dos puntas afiladas, hacían frente a las fieras, las cuales no pudiendo vencer a sus víctimas, mordían con rabia aquellos hierros pero se les rompían los dientes y tenían que alejarse.

Pero el arma de hierro de algunos jóvenes no tenía sino una sola punta y ellos eran heridos por las fieras. El arma de otros no tenía mango para agarrarla o estaba rota o carcomido por la polilla. Otros eran tan presuntuosos que se lanzaban a combatir las fieras sin llevar armas y eran destrozados por ellas y morían. Pero los que llevaban el arma de hierro con dos puntas bien afiladas y con el mango bien fuerte eran muchos, muchos.

Y una voz me dijo: – El arma de dos puntas significa: Confesión y Comunión.

En una punta del arma estaba escrito: Confesión y en la otra: Comunión. Y la voz añadió: – Mango roto o carcomido significa confesiones y comuniones mal hechas.

Mientras tanto mi caballo se veía rodeado de enorme cantidad de serpientes pero él saltaba y lanzaba coces a derecha e izquierda y las aplastaba o las alejaba y se elevaba cada vez más en corpulencia. Ese caballo significa la ayuda que Dios nos envía para defendernos de los enemigos del alma.

Vi que los que tenían el arma sin mango o con el mango carcomido llevaban escritas algunas de estas palabras: “Orgullo, Pereza, Impureza”.

Di una vuelta en mi caballo por el campo y vi a muchos jóvenes tendidos por el campo como muertos. Unos estrangulados, otros con el rostro desfigurado de manera horrible y muchos muertos de hambre a pesar de que tenían junto a sí un plato lleno de riquísimos alimentos.

Y me fue dicho que éstos representan a los que tienen pecados sin confesar (quizás desde muy pequeños y nunca los han confesado) y a los que comen o beben de gula y a los que no quieren practicar los consejos que se les dan en las confesiones y no aprovechan de la fuerza que ofrecen los sacramentos.

Muchos jóvenes caminaban sobre una alfombra de rosas pero al sentir sus espinas caían desfallecidos por el suelo. Otros pisaban fuertemente las rosas y llegaban al otro lado victoriosos. Y me fue dicho que los que caen bajo las punzadas de las espinas son los que se entregan a los placeres sensuales y son víctimas de sus consecuencias dañosas. En cambio los que pasan adelante victoriosos son los que saben mortificar sus pasiones y dominar su sensualidad.

De nuevo se oyó un sonido de trompeta llamando a batalla y aparecieron otra vez las fieras en mayor número y ferocidad que antes. Y todos nos sentimos atacados, también yo. Pero tomamos el arma de hierro con sus dos puntas afiladas y resistimos el ataque y los monstruos al verse combatidos se dieron a la fuga y desaparecieron. Entonces resonó la trompeta y se oyó una voz que decía: – ¡Victoria!, ¡Victoria! Yo preguntaba: – ¿Pero cómo se proclama victoria si han quedado tantos heridos y tantos muertos? Y la voz del Cielo respondió: – Se concede tregua a los vencidos (para que se recuperen).

Y apareció en el Cielo un bellísimo arco iris desde un extremo a otro de las montañas (señal de la paz que Dios quiere hacer con sus criaturas).

Y sobre la cabeza de los vencedores aparecieron bellísimas coronas que resplandecían de manera maravillosa, y sus rostros brillaban con una belleza incomparable.

Y apareció una bellísima Señora en una tribuna, acompañada de una multitud de gente de una hermosura imposible de imaginar. La señora estaba vestida como una gran Reina y exclamó amablemente: – Hijos míos, vengan todos a protegerse bajo mi manto.

Al mismo tiempo extendió un amplísimo manto y todos los jóvenes corrieron a protegerse bajo él. Noté que algunos en vez de correr volaban por los aires, y en frente llevaban escrito: “Inocencia”. Otros caminaban más despacio porque tienen más faltas. Algunos caminaban entre el barro y se quedaban allí atollados y no lograban llegar hasta el manto de la Señora. Son los que viven amarrados a sus pecados y a sus malas costumbres y por no dejar sus maldades no llegan a ser buenos devotos de la Virgen. Algunos se quedaron en mitad del camino sin lograr llegar porque lo que les interesa en la vida es tener dinero, fama y goces terrenales y no el ser Santos y agradar a Dios.

Yo empecé a correr para colocarme junto al manto de la Virgen Santa y en ese momento me desperté.

Quienes desean saber qué clase de arma tenían en aquel combate y si fueron vencedores o vencidos pueden acercarse en estos días y le diré a cada uno lo suyo.

En este sueño no solamente vi lo pasado sino también lo futuro. Frente a cada joven vi un camino lleno de espinas, de clavos y de peligros, pero también lleno de gracias y de ayudas de Dios, y esos caminos terminaban en un jardín bellísimo al cual llegaban. Que cada uno tenga mucha confianza en Dios pues si bien el camino que le espera para recorrer está lleno de tropezones y guijarros y peligros, también estará lleno de ayudas maravillosas del buen Dios. Y la felicidad que nos espera al final de nuestro camino es tan grande y tan inmensa que muy pronto se nos olvidarían las penas y luchas que tuvimos que sufrir para recorrerlo.

Explicaciones: El Padre Julio Barberis le oyó después decir al Santo: – Esto fue algo más que un sueño.

El Padre Berto se le acercó y le preguntó cómo lo había visto a él en aquel sueño y Don Bosco le dijo tales verdades y tan precisas que el sacerdote preguntante derramó lágrimas de emoción y exclamó: – ¡Si hubiera venido un ángel del Cielo no me habría hablado con tanta precisión!