Sábado_24

PALABRA DE DIOS

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me hospedaste, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme”.

Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.

Y el rey les dirá:

 “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”.

Entonces dirá a los de su izquierda: “Apártense de mí, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, fui forastero y no me hospedaste, estuve desnudo y no me vestiste, enfermo y en la cárcel y no me visitaste”.

Entonces también estos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.

Él les replicará: “En verdad les digo: lo que no hicieron con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicieron conmigo”. Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna»

Mt 25, 31-46

REFLEXIÓN BREVE

Como es habitual, en la parábola del Juicio Final Jesús cambia el orden establecido. A los que creían que la salvación venía por el cumplimiento riguroso de la Ley, les recuerda que lo que Dios quiere es misericordia. San Juan de la Cruz lo diría así: “A la tarde te exa- minarán en el amor”. La misma idea trans- mite el conocido texto de Pere Casaldáliga: “Al final del camino me dirán: “¿Has vivido?

¿Has amado?”. Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres”. Es a través del cuidado de las personas, especialmente de las más vulneradas, que nos acercamos a Jesús, porque él se identifica con aquellos que sufren la injusticia de nuestro mundo. En esta Cuaresma, caminando hacia el Viernes Santo, recordemos a todos los crucificados de nuestra sociedad.

ORACIÓN

Señor de la cercanía - José María Rodríguez Olaizola

Acercarte, salvando el abismo entre el infinito y lo limitado.

Salir de la eternidad para adentrarte en el tiempo. Hacerte uno de los nuestros para hacernos uno contigo.

Y así, de carne y hueso, empezar a mostrarnos en qué consiste la humanidad. Eres el Dios de la cercanía, de los incluidos, de los encontrados, pues para ti nadie se pierde de los reconciliados, de los equivocados, de los avergonzados, de los heridos, de los sanados.

Eres el Señor de los desahuciados, de los agobiados, de los visitados, de los intimidados, de los amenazados, de los desconsolados, de los recordados, pues para ti nadie se olvida.

Tan cerca ya, tan con nosotros, Dios.

ENTRA EN TU INTERIOR

Cerremos ahora los ojos por un instante y pensemos en aquellos rostros concretos que se cruzan en nuestro camino: los marginados, los olvidados, los que sufren en silencio. Preguntémonos: ¿Cómo puedo ser reflejo de la cercanía de Dios en sus vidas? ¿Qué puedo hacer hoy, aquí y ahora, para ser instrumento de su amor y justicia?

ORACIÓN FINAL

Señor, que no me distraigan las apariencias, que no me aturdan los ruidos ni las falsas seguridades.

Dame un corazón abierto, capaz de escuchar el clamor de los que sufren y de responder con misericordia.

Enséñame a verte en el rostro de cada hermano, especialmente en aquellos más heridos por la vida.